16 ago 2014

Broken

"¿A donde vas tan temprano?" pregunto el anciano
"¡Voy a cumplir mi sueño!" respondió el joven a medida que se alejaba del pueblecito al amanecer
-¿Quién es ese joven? - pregunté al viejo vidriero
-Un joven insensato, como todos los de este pueblo. Todos quieren huir, todos quieren correr en busca de un "sueño"
-¿No es eso admirable? Yo pensé que debíamos tener el valor de perseguir nues...
-¡Exacto! - me interrumpió el anciano - Debemos perseguir nuestros sueños, no huir de ellos. Deja que te cuente una historia...
"Había una vez un joven... como ese de ahí, el que se va... Pobre... Este joven tenía un sueño, como todos cuando somos jóvenes. Cuando era niño descubrió una afinidad especial para la escultura. No importaba el material, este niño podía realizar las más maravillosas figuras."

Un día, llego al pueblo un mercader, que hacía piezas de porcelana y cristal, algo nuevo para este chico. Este mercader se hizo buen amigo del niño y le enseño algo que no le mostraba a todo el mundo, algo especial. Mientras hablaba, sacó una cajita y la abrió. Dentro se encontraba un pequeño corazón de cristal, tan diáfano y brillante que parecían millares de diamantes.

"Algún día, encontraré a una joven que sea digna de esta joya" le dijo el mercader mientras la levantaba en alto "y me casaré con ella". Eso al joven poco le importaba, pues estaba fascinado con aquella joya única. Su sueño era poder obtener una de ellas. O al menos aprender como fabricar una tan cristalina y pura como aquella. El tiempo pasó y el joven intentó replicar la joya sin éxito. Y cada año, cuando el mercader volvía al pueblo, el joven se la mostraba. " Te estás acercando, pero no todavía. Necesitas mejorar".

En una visita antes de marchar, el mercader le trajo al joven una alforja. "Para cuando vayas en tu viaje para aprender como fabricar tu propio corazón de cristal" Esa fue la última vez que el joven vio al mercader, y al corazón de cristal.

Entonces, un día, tal como hoy, cogió la alforja que el mercader le había dado, la llenó con lo poco que tenía y salió por ese mismo camino. Y por días caminó y caminó con el deseo de llegar a la capital y allí ser enseñado por los grandes artistas para poder aprender como fabricar su corazón de cristal. Finalmente, a lo lejos, se avistó la ciudad. La emoción del joven fue tan grande que empezó a correr hacia la muralla exterior cuando de repente tropezó, golpeó el suelo y todas sus cosas se desperdigaron por el suelo. Se levantó y se sacudió el polvo. Al disponerse a recoger sus pertenencias, descubrió en el suelo una cajita muy familiar. Su corazón dio un vuelco ¡Era la misma cajita en la que su amigo guardaba el corazón de cristal! De la emoción se apresuró a abrirla.

-¿Estaba el corazón dentro?- pregunté curioso
-¡Oh sí! Sí que estaba. Pero del golpe, el corazón se había roto en varios pedazos, y con él, el corazón del joven. Dentro de la caja también había una carta del mercader a su amigo en el que le explicaba como estaba muy enfermo y probablemente no viviría más de unos pocos  meses.

"Nunca he conocido a nadie que aprecie esta joya como es debido tanto como tú. No pude encontrar a una joven digna de ella. Así que ve, cumple tu sueño y cuando tu encuentres a alguien que de verdad merece esta joya, regálasela"

¿Sabes lo que habrían hecho la mayoría de los jóvenes que "persiguen" sus sueños? Llorar y abandonar. O llorar y seguir buscando por algo que ya tenían. Este joven, en vez de llorar y abandonar, lloró y se dispuso a arreglar aquello por lo que siempre había soñado. Aquél corazón de cristal, aquella joya única.

Con mucho cuidado, cogió todos los trozos de cristal. Aunque eran tan afilados que fue imposible el evitar que se cortara al hacerlo, más de una vez. Sus manos iban goteando sangre dejando un rastro escarlata hacia la ciudad. Al llegar accidentalmente se corto una vena principal y tuvo que ser llevado al doctor, pues casi se desangra. Y aunque casi le costó la vida, este joven estaba dispuesto a cumplir su sueño. Al salir del hospital se reunió con los artesanos locales, que les dieron instrucciones en como arreglar la joya. Aunque nunca sería la misma.

"Esto ya no es una única pieza de cristal, no va a reflectar la luz como solía chico, esto no vale nada" le advirtieron. Pero a el no le importaba. El iba a cumplir su sueño y así lo hizo. Consiguió arreglar el corazón.

"Años despues, este joven encontró a una jovencita, la más bella que el había visto. Una tan pura como aquel corazón. Y le regaló aquél corazón."

A la vez que terminaba la frase se giraba a su esposa, sentada a su lado, y vi como el viejo vidriero extendía su mano, lleno de cicatrices, y delicadamente acariciaba la de su compañera. Levanté la vista, solo para ver, como un rayo de Sol era reflejado por un corazón de cristal, que colgaba de su cuello.






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