3 nov 2010

Our Heart-2ª Parte

*************
*************
Entramos a la Suite y Estefi por fin se había callado. Sus frases incoherentes se habían transformado en una sonrisa de oreja a oreja. Parecía una niña tímida a las puertas de Disneyland. Nada más cruzar la puerta soltó el pequeño bolso en una mesilla que había en la entrada y avanzó al ático de 200 metros cuadrados que conformaba la Suite. Pasamos la pequeña entradita, y accedimos a una estancia con dos sofás enormes que parecían bastante cómodos y que Estefi comprobó rápidamente al correr para sentarse en ellos. Tras esa primera estancia, la Suite contaba con dos habitaciones de matrimonio, tres baños, uno de ellos con un gran jacuzzi y una terraza con unas preciosas vistas hacia los Alpes, aparte de dos o tres habitaciones que no estoy muy seguro para que servían. Yo estaba demasiado cansado como para ponerme a descubrirlas, así que fui en busca de mi cama para tumbarme en ella y dormir un par de horas. Estefi seguía danzando por la Suite mientras me dirigía a la cama, así que cuando se cruzó conmigo mientras aún estaba sin palabras, abracé su cintura por detrás, y la acerqué a mí. Le coloqué el pelo detrás de la oreja y le bese en la mejilla.
- ¿Qué te parece?- le susurré al oído.
- Me encanta- susurró mientras giraba sobre si misma para quedarse mirándome a los ojos.
Estábamos a unos escasos cinco centímetros el uno del otro, mientras mis brazos la asían con ternura por su cintura y sus manos jugaban con mi pelo despeinado. Mientras nos encontrábamos así clave mis ojos en los suyos, y me hundí en esos preciosos ojos marrones, mientras ella hacía lo mismo en mis ojos verdes. La distancia entre nosotros se fue reduciendo hasta que sus labios rozaron los míos y nos fusionamos en un beso. Sus labios eran tan dulces como la miel y hacían que me sintiese vivo. La amaba y ella me amaba. Lo veía en cada abrazo, cada beso, cada caricia, cada gesto. Ella estaba hecha para mí. Ella tenía la llave de mi corazón y se había hecho con él, y nada ni nadie cambiarían eso, ni siquiera el tiempo, ni siquiera la muerte.
- Te amo - dijo jugando con un mechón de mi pelo, mientras una de mis manos se deslizaba por su mejilla acariciándola con ternura. Nos quedamos así un momento, enfrascados el uno en el otro, diciéndolo todo con la mirada. 
- Vamos, necesitas descansar- le recordé mientras le volvía a acariciar. Me respondió con un beso y fue al baño a asearse. Le deje intimidad y fui directo a la cama. Necesitaba dormir, aunque me parecía que ya estaba en un sueño. Un sueño del cual no quería despertar. Me acosté sin quitarme la ropa y simplemente cerré los ojos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario