24 dic 2010

Christmas Carol

“-¡Felices Pascuas, Bob! -dijo Scrooge, con una vehemencia que no admitía duda y abrazándole al mismo tiempo-. Tantas más felices Pascuas os deseo, Bob, querido muchacho, cuanto que he dejado de felicitaros tantos años. Voy a aumentaros el sueldo y a esforzarme por ayudaros a sostener a vuestra familia: y esta misma tarde discutiremos nuestros asuntos ante un tazón de ponche humeante, Bob. ¡Encended las dos lumbres: id a comprar otro cubo para el carbón antes de poner un punto sobre una i, Bob Cratchit!

Scrooge hizo más de lo que había dicho. Hizo todo e infinitamente más: y respecto de Tíny Tim, que no murió, fue para él un segundo padre. Se hizo tan buen amigo. Tan buen maestro y tan buen hombre, como el mejor ciudadano de una ciudad, de una población o de una aldea del bueno y viejo mundo. Algunos se rieron al verle cambiado; pero él les dejó reír y no se preocupó, pues era lo bastante juicioso para saber que nunca sucedió nada bueno en este planeta que no empezara por hacer reír a algunos: y comprendiendo que aquéllos estaban ciegos, pensó que tanto vale que arruguen los ojos a fuerza de reír, como que la enfermedad se manifiesta en forma menos atractiva. Su propio corazón reía, y con eso tenía bastante.

No volvió a tener trato con los aparecidos, pero en adelante tuvo mucho más con los amigos y con la familia, y siempre se dijo que, si algún hombre poseía la sabiduría de celebrar respetuosamente la fiesta de Navidad, ese hombre era Scrooge.

¡Ojalá se diga con verdad lo mismo de nosotros, de todos nosotros!¡Dios nos bendiga a todos!  FIN”

Otra navidad más terminaba de leer el maravilloso relato de Cuento de Navidad de Charles Dickens. Esto me ayudaba a entender mejor la navidad, que era y por qué era. El relato de Scrooge y los espectros de la Navidad Pasada, la Navidad Presente y la Navidad Futura hacían que intentase ser menos como el Sr Scrooge del principio, y más como el Sr Scrooge del final. Tome un trago de chocolate caliente y levante la vista

-¡Ya son las 12:00! ¡Me tengo que dar prisa si quiero hacer todo lo que tengo planeado para hoy!- le dije a mi esposa. Apuré mi taza de chocolate caliente y me despedí de ella con un beso. Cogí mi bufanda y mi abrigo, y cogí el coche para realizar las compras navideñas.

Todo era tan hermoso y blanco. Las luces navideñas alumbraban mi camino y el rastro de las quitanieves era el que yo seguía. No entendía como había gente a la que no le podía gustar esta época tan maravillosa.

De repente pisé el freno de forma brusca. Ensimismado en mis pensamientos no me había dado cuenta de que el semáforo estaba en rojo y una amable anciana estaba cruzando la acera. Me apresuré a disculparme con un gesto y a sonreírle.

Reanude la marcha en cuanto el semáforo se hubo puesto en verde. Seguía observando lo que ocurría a mi alrededor. Vi a dos niños tirarse bolas de nieve delante de lo que parecía una casa abandonada. Sonreí al ver que no era el único que disfrutaba la navidad.

Llegué al centro comercial, y todo estaba abarrotado. Puede que eso fuese lo que menos me gustase de la Navidad, ya que al igual que el Grinch, yo al final sabía que la navidad no está en una tienda, ni son únicamente regalos. Pero aún entre ese tumulto de personas, veía caras sonrientes, se podía respirar el Espíritu de la Navidad.

Al terminar mis compras de navidad, cogí el coche y me dispuse a volver a mi hogar. Había salido de casa hacía una hora, pero ya echaba de menos a mi mujer y mis dos pequeñas. Me fijé en un hombre con un fino abrigo con una o dos bolsas que se dirigía a una casa, la suya supuse.

“No soy el único que vuelve de compras” Pensé mientras me sonreía.

Al fin llegué a casa. Aparqué y entre por la puerta:

-¡Papá!- gritaron mis hijas al verme entrar.

- Hola princesas- les dije mientras las besaba.

-¡Mañana es Nochebuena!

- Sí, lo sé- les dije mientras les sonreía. Las volví a besar- Pero mamá y yo tenemos que prepararlo todo para mañana, y si no os portáis bien Papá Noel no os dejará nada.

-Pero papá, si nosotras siempre nos portamos bien- me dijeron con una inocente sonrisa.

-Es verdad princesas, tenéis razón. Y por eso Papá Noel me ha dado esto para vosotras como regalo adelantado- dije a la vez que sacaba dos chocolatinas del bolsillo y se las daba mientras veía como sus ojos brillaban de la ilusión. Su felicidad era el mejor regalo que me podían dar por Navidad.

*********

Tras un día agotador me dispuse a acostar para descansar un poco y prepararme para el ajetreado día que nos esperaba mañana.

De repente, sentí como si alguien me llamase. Abrí los ojos y vi a los pies de la cama, un hombre de pie. Me levanté sobresaltado

-¡¿Quién eres tú?!- dije prácticamente gritando. Pero por extraño que parezca mi esposa ni se inmuto, como si yo no hubiese dicho nada

-  No te puede oír, no escatimes esfuerzos en hacer algo imposible- confundido sacudí mi cabeza e intenté centrarme

- Dime ahora mismo quien eres y que haces aquí. Si no te vas en 5 min llamaré a la policía.

- Tranquilo Efraín, no voy a hacerte daño, ni siquiera puedo…

- ¿Cómo sabes mi nombre? ¡¿QUIÉN NARICES ERES?!

- Soy el Espíritu de la Navidad- aún siendo totalmente consciente de la gravedad de la situación no pude contener una carcajada

- ¡Sí ya! JAJAJAJA ¿De la pasada, presente o futura? JAJAJAJA- de repente la expresión de su cara cambió, tornándose seria. Dio dos pasos hacia mí y me agarró de la camisa

- Efraín Pérez Delgado, esto no es una broma- de repente me había quedado petrificado. Debería estar asustado, y aunque su expresión era seria, su mirada trasmitía amor, y su voz calma. Hizo que me relajase de una forma extraordinaria-  ¿Me vas a escuchar?

- Vale- dije aún sorprendido.

- Bien, como ya te he dicho, soy el Espíritu de la Navidad. No, no soy ningún espectro, ni del pasado, ni del presente ni del futuro. Yo soy un espíritu, el Espíritu de la Navidad…

- Pero- dije interrumpiéndole- yo no soy egoísta como el Sr Scrooge

-… y estoy aquí para enseñarte lo que significa realmente la navidad- siguió como si yo no hubiese dicho nada

- Pero yo ya sé lo que es la Navidad, sé que no son solo regalos, sé que es compartir y todo eso.

- Bien… entonces si lo sabes… Vayamos hasta hace 15 h, cuando fuiste a hacer las compras.
De repente me vi en la calle, a las diez de la mañana. Vi un paso de peatones y una ancianita que se disponía a cruzar. También vi un coche acercarse a toda velocidad hacia el paso de peatones. Era yo conduciendo, que no me había dado cuenta de que el semáforo estaba en rojo. Vi como frenaba bruscamente, me disculpaba y le sonreía y continuaba mi marcha.

-¿Para qué estamos aquí?- le pregunté al Espíritu de la Navidad

- Fíjate en la anciana.- me dijo- Cuando la viste en el coche, ibas tan ensimismado en tus pensamientos, que no fuiste capaz de reconocer como se encontraba ella.

Entonces me fijé en la expresión de la anciana, y la seguí. Su expresión era triste, cansada. Tras caminar tras ella unos diez minutos, llegamos a lo que parecía su casa. Era una casa pequeña, bastante vieja. Ella entró y me limité a observar por la ventana lo que sucedía dentro. Observé cómo le ponía leña a una pequeña chimenea y se dirigía a una cama en la que había alguien acostado. Lo destapó un poco, y pude ver que se trataba de un hombre bastante mayor, quizás su marido, del que la anciana estaba cuidando, aunque su estado de salud tampoco era el mejor. La anciana abrió la despensa, saco una botella de leche, dejando solo un par de latas, y la sirvió en un caldero que puso a calentar al fuego.

-Está gente necesita atención medica, y no tienen los recursos para pagar medicamentos. ¡Con este frío, ese hombre morirá en un par de días!- le dije al Espíritu mientras me disponía a entrar en la casa

- No- se limitó a decir, justo en el momento que ponía la mano en el picaporte.

El picaporte y todo lo que estaba a mi alrededor desapareció, y aparecí otra vez al lado de mi coche. Esta vez estaba mirando a los niños que había descubierto jugando delante de la casa abandonada

-¿Qué has hecho? Ese hombre necesita mi ayuda, puede que muera, y todo porque a ti te apetece jugar con el espacio-tiempo- le dije al espíritu a la misma vez que me volteaba para mirarlo, pero no estaba.

-Perfecto, ahora tengo que descubrir que he hecho mal, mientras un hombre se muere…

Resignado me acerqué a la casa abandonada y me apoyé sobre la pared, de cara a los niños mientras estos jugaban felices. De repente, alguien abrió la puerta de la casa.

-Niños, vamos  a casa- dijo una mujer. Era joven y su cara parecía feliz, pero ocultaba gran dolor.

- Vale mamá, ya vamos.- los niños abandonaron el juego y entraron en la casa.

Entonces me di cuenta de que la casa no estaba abandonada ni mucho menos. Era el hogar de una familia, que no tenía recursos para permitirse una vivienda digna. Posiblemente no tendrían dinero ni para comer. Mi corazón compungido quiso ayudar a esa familia, pero no sabía cómo. Mis ojos empezaron a llenarse de lágrimas, cuando sentí una mano cálida en el hombro.

-Efraín vamos…- me dijo el Espíritu mientras se volvía a desvanecer todo lo que me rodeaba.

Aparecí frente a aquel hombre que volvía a su casa tras las compras. Pero ahora que lo observada detenidamente, aún con el corazón compungido, me daba cuenta de que las bolsas no eran bolsas con compras ni regalos. Las bolsas contenían lo que parecía ser las únicas pertenencias de aquél hombre. Siguió caminando hacia la puerta de su casa. Y tocó al timbre. Le abrieron la puerta y se la volvieron a cerrar. 

Entonces se dirigió a la siguiente casa, y a la siguiente,  repitiéndose el mismo proceso. Ese hombre no volvía de compras. Ese hombre no iba a su casa. Ese hombre no tenía casa. Mis ojos se llenaron de lágrimas y caí de rodillas al suelo, como si yo mismo fuese el que estaba mendigando. Podía sentir el dolor de aquél hombre. Lo seguí impotente, hasta que el hombre se paró y se acostó en un banco, cubriéndose del frío con ese fino abrigo suyo.

-Espíritu…- dije con la voz ahogada en lágrimas- déjame volver a mi casa

- ¿Para qué quieres volver a tú casa?

- Porque así no puedo ayudarles. A mí me va todo tan bien que extrapole mis sentimientos al resto del mundo. No me paré a mirar a mí alrededor lo que sucede. Quizás no pueda ayudar a todo el mundo, pero si puedo ayudar a estas tres personas… Por favor- dije con lágrimas en los ojos- déjame ayudarlos.

-Efraín, tu nunca has sido una mala persona, pero tampoco te paraste a mirar lo que pasaba a tu alrededor. Lo que yo hice estuvo mal, pero lo que tú has hecho también. Pero olvídate de ello. Lo pasado, pasado está, lo único que puedes hacer es vivir conforme a lo que has aprendido esta noche… A mí me tuvieron que ayudar tres espectros… a ti solo te he tenido que ayudar yo. Esos tres espíritus ayudaron a tener una mejor navidad desde entonces. Ahora, gracias a ti, las navidades serán mejores

- Espera un momento… tú eres…. Tú eres…- me quedé anonadado.

-Sí Efraín, soy Ebenezer Scrooge. Has leído mi relato innumerables veces. Escribí mi propio relato, bajo el nombre de Charles Dickens, porque no quería que la gente cállese en el mismo error que yo caí. Y te he escogido a ti, porque sientes el espíritu de la navidad dentro de ti, sabes apreciarlo. Pero muchos no. Haz que ese sentimiento vayan a todas las personas, y entonces notaras como el espíritu de la navidad invade tu ser.

De repente desperté de golpe. Y tal como me aconsejó Ebenezer, fui a aquellas personas y las ayude en todo lo que pude. Porque ellos también se merecían sentir unas Felices Navidades

Efraín nunca olvido la lección de Ebenezer.  Esa navidad fue la mejor que pasó, dado que sintió el espíritu de la Navidad como nunca, al compartir con aquella gente. Y la navidad acabó. Y mientras el espíritu de la Navidad se alejaba del corazón de las personas, en Efraín seguía tan vivo y cálido como el primer día de Navidad. Y así fue hasta el día en que murió.
Tal como versaría el propio Scrooge en su relato, Efraín No volvió a tener trato con los aparecidos, pero en adelante tuvo mucho más con los amigos y con la familia, y siempre se dijo que, si algún hombre poseía la sabiduría de celebrar respetuosamente la fiesta de Navidad, ese hombre era Efraín
¡Ojalá se diga con verdad lo mismo de nosotros, de todos nosotros!¡Dios nos bendiga a todos!

FIN





13 dic 2010

Special Day

13 de Diciembre…. Para algunos esta fecha les sería indiferente, a otros el número 13 les causaría aversión, puede que miedo a los más escépticos… Pero para cierto grupo de personas, en el que me incluyo tiene un significado especial.

Aunque no sé ni donde, ni como, ni la hora exacta… Solo sé que hace 18 años ocurrió algo qué influiría tarde o temprano en la vida en muchas personas…Hace 18 años nació una niña… Esa niña ahora es una mujer. Es una mujer de pelo liso y ojos oscuros, estudia en la universidad y toca el violín… Puede que la descripción sea paupérrima… Pero tampoco se mucho sobre ella…

El mundo diría que no hay nada excepcional en ella, que no es más que una chica normal… ¡Burda mentira! ¡Bastarda hipocresía! El solo mencionar “normal” u “ordinario” en cualquier aspecto referido a ella no es más que l muestra de incongruencia, estupidez y “prejuciosidad”

Extraordinaria es uno de los muchos adjetivos que se me ocurren para describirla. Hace mucho que la conozco, y durante mucho tiempo estuve entre ese grupo de ignorantes al considerarla como una chica normal. Hasta qué me molesté en conocerla de verdad. Mis ojos se abrieron a la luz y pude ver quien era ella en realidad… la luz de su semblante, la dulzura de tu trato, la complejidad de su mente, la sencillez de su pensar, la capacidad que tiene de elevarte, de iluminar tu vida. Dicen que un buen amigo es aquel que hace que seas mejor persona después de conocerlo. Bien pues entonces ella es de las mejores amigas que cualquier persona podría desear.

Gracias, por estar ahí, por ponerme siempre los pies en la tierra, por cabrearte cuando te despierto con mis mensajes matutinos. Por dejarme diagnosticarte por la descripción de tus esputos. Gracias por dejarme llamarte por tu apellido. Gracias por no regalarme una pulsera y por robarme el violín. Gracias por recoger los pedazos de mi corazón. Gracias por aguantarme, a mí y a mis serenatas improvisadas, a mis pisotones, mis vueltas con dificultad. Gracias por obviar mis meteduras de pata. Gracias por dejarme ser Charlie y tenerte como ángel. Gracias, porque gracias a ti, hoy soy mejor persona.

13 de Diciembre… Para algunos esta fecha les sería indiferente, pero no para mí, ¡PORQUE ES TU CUMPLEAÑOS! ¡FELICIDADES MARCOS!

Gracias