26 oct 2010

Our Heart-1ª Parte


El Sol ya empezaba a salir, y yo continuaba corriendo en mi Mercedes SLR descapotable por las increíbles carreteras convencionales suizas con los Alpes delante, mientras a mi lado se había quedado dormida la mujer más maravillosa que he conocido en mi vida. Llevaba un fino y sencillo, aunque precioso vestido de un estampado liso, y un mechón de su precioso y sedoso pelo castaño era agitado por el viento. Con suavidad cogí el mechón y se lo puse detrás de la oreja, y me detuve para observar sus facciones. Sus encantadoras mejillas sonrosadas, su preciosa nariz, su sedoso pelo. Todo en ella parecía ser perfecto y le rodeaba un halo que me hacía imposible dejar de observarla y maravillarme. Maravillarme de lo que sentía por ella, y maravillarme de que ella sintiese lo mismo por mí.
Sacudí la cabeza, y devolví la vista a la carretera. No quería que nuestro viaje acabase en un hospital. Este viaje iba a ser perfecto, y nada ni nadie iba a estropear estas vacaciones. Nos esperaba  la suite del hotel más exclusivo de Suiza, y le había preparado a Estefi la mejor semana de su vida.
No pude evitar volver a mirarla, y me di cuenta de que tenía los ojos abiertos y me estaba mirando.
-Alex-dijo con ternura mientras sus labios esbozaban una sonrisa.
-Buenos días.- Le respondí devolviendole la sonrisa- ¿Cómo has dormido?
-Bueno…Teniendo en cuenta que me secuestraste y me sacaste de casa a las 5 de la mañana, pues no muy bien- me replicó, mientras intentaba hacerme creer que estaba enfadada.
No pude evitar soltar una carcajada, y ella se unió a mí con su peculiar risa característica. Aun cuando quería aparentar enfado, sus profundos y bellos ojos castaños me decían que estaba casi tan feliz como yo.  Una sonrisa en sus preciosos labios hizo que se esbozara otra en los míos, y proseguimos el viaje.
Pronto llegamos al Hotel, y Estefi, antes adormilada parecía haberse despertado de repente. No cabía en sí del asombro y no paraba de soltar comentarios como “Alex, ¿Esto es una broma?” O ¡Estás loco!”, a los cuales solo respondí con mi sonrisa pícara. Dejamos nuestras maletas  y me acerqué a la recepción mientras el ángel que tenía de acompañante seguía soltando comentarios a los que hacía caso omiso. Le di los datos mi reserva al recepcionista, el cual me facilito las llaves de la Suite. Por fin estaba con Estefi. Por fin, después de tanto tiempo, por fin estaba a las puertas de una nueva época. Solo necesitaba dar el paso.

4 oct 2010

Cita en la Morgue

Mi nombre es Gregory W Phelps y soy médico, especializado en medicina forense.
Todas las mañanas esa bendita luz me deslumbra hasta cegarme, escucho una voz suave y apacible que me penetra hasta el alma misma y hace que cada fibra de mi cuerpo se estremezca y empiece a temblar y percibo ese aroma a rosas que parte mi alma y embriaga mi mente transportándola a otra dimensión. Cada mañana me cruzo con ese ángel hecho mujer, o con esa mujer convertida en divinidad que dice casi cantando "Buenos días, vecino" con una sonrisa en la cara y me cautiva en su mirada que es como una cárcel teniendo esas preciosas pestañas por barrotes.
Siempre quedo embriagado por su simple presencia, y no puedo hacer más que responder con un cortés pero insuficiente "Hola,¿que tal?", esbozando en mi rostro la mueca más cercana a una sonrisa que puedo conseguir. Nunca tuve el valor de decirle "Un día podemos ir a tomar algo" o algo así... Pero hoy 04/10/2010 fue diferente. Al salir del edificio tras un amable "Hasta luego", ella fue hacia el paso de peatones para cruzar la avenida como de costumbre, y yo me quede observándola en vez de ir al coche para tomar mi dirección hacia la morgue como solía hacer. Entonces pensé, la invitaré a cenar, ambos tenemos la noche libre, no hay problema. Me acerqué con paso decidido. Ya estaba a tan solo dos metros de ella cuando su bolso se deslizo de entre sus dedos que lucían un precioso anillo con un pequeño diamante. Y cuando se agacho para recogerlo oí la bocina de un automóvil que se acercaba a una velocidad vertiginosa hacia la aun de cuclillas Jessi, cuya cara risueña se había convertido en una desfigurada mueca de terror, que aún esas circunstancias seguía fascinándome a causa de su hermosura. Me sobrepuse a mi mismo y corrí hacia ella tanto como mis piernas me lo podían permitir mientras mi garganta se desgarraba gritando su nombre. Logré asirla del brazo y tirar de ella hacia mí apartándola de la trayectoria del automóvil justo dos segundos antes de que este pasara. 
Unos pocos segundos más tarde me di cuenta de que ella estaba abrazada a mi, e hiperventilaba. Sobreponiéndome a mi mismo como pude y deshaciendo suavemente el abrazo que, inconscientemente yo también había hecho (aunque ella no quiso soltarme), revise su pulso, sus pupilas, y la lleve conmigo al hospital, se encontraba en estado de shock. Allí comprobé todas sus constantes vitales y constaté que se encontraba bien, aunque le recomendé que se quedase en casa y no fuese a trabajar. La llevé hasta su domicilio y le dije que descansará y no se preocupara de nada, que esta noche yo prepararía su cena. Ella casi impotente y aún superando lo que solo quedó en un susto, solo pudo resignarse y asentir levemente con la cabeza. Tras llevarla a su casa llamé a la morgue y expliqué la causa de mi ausencia.
Afortunadamente, la cita en mi casa sustituyo a lo que habría sido una "Cita en la Morgue"



Mi nombre es Gregory W Phelps y soy médico, especializado en medicina forense.


Todas las mañanas esa bendita luz me deslumbra hasta cegarme, escucho una voz suave y apacible que me penetra hasta el alma misma y hace que cada fibra de mi cuerpo se estremezca y empiece a temblar y percibo ese aroma a rosas que parte mi alma y embriaga mi mente transportándola a otra dimensión. Cada mañana me cruzo con ese ángel hecho mujer, o con esa mujer convertida en divinidad que dice casi cantando "Buenos días, vecino" con una sonrisa en la cara y me cautiva en su mirada que es como una cárcel teniendo esas preciosas pestañas por barrotes.
Siempre quedo embriagado por su simple presencia, y no puedo hacer más que responder con un cortés pero insuficiente "Hola,¿que tal?", esbozando en mi rostro la mueca más cercana a una sonrisa que puedo conseguir. Nunca tuve el valor de decirle "Un día podemos ir al coche para tomar algo" o algo así... Y hoy 04/10/2010 no fue diferente. Al salir del edificio tras un amable "Hasta luego", ella fue hacia el paso de peatones para cruzar la avenida como de costumbre, y yo me quede observándola en vez de tomar mi dirección hacia la morgue como solía hacer. Entonces pensé, la invitaré a cenar, ambos tenemos la noche libre, no hay problema. Tras dos segundos hice caso omiso a ese pensamiento, y cabizbajo fui hacia mi coche. Justo en el momento que me disponía a subir a mi coche, oí una bocina que sonaba de forma estridente. Me giré y descubrí lo siguiente: por un lado a Jessi acuclillada y paralizada en el paso de peatones con el bolso en la mano, y su cara, normalmente risueña se había convertido en una desfigurada mueca de terror, que aún en esas circunstancias seguía fascinándome a causa de su hermosura. Por otro lado un coche que se acercaba a ella a una velocidad vertiginosa. Me sobrepuse a mi mismo y corrí hacia ella tanto como mis piernas me lo podían permitir mientras mi garganta se desgarraba gritando su nombre. Sabía que era inútil ya que me encontraba a unos 50 metros de ella, pero aun así corrí sin apartar la mirada de ese ángel postrado en el asfalto. Mientras usaba todo el aire de mis pulmones en gritar su nombre, observe con lágrimas en los ojos, como su precioso y frágil cuerpo era golpeado por el coche y lanzado por los aires. El coche siguió su trayecto indiferente a lo que había sucedido. Yo corrí desesperado hacia su cuerpo inmóvil. Aún respiraba y tenía pulso, pero ambos eran muy débiles y perdía mucha sangre. Estaba claro que de dejarla así habría muerto en minutos. Si hubiese llamado una ambulancia solo hubiese servido para transportar su cuerpo sin vida. Así que me apresuré. Llamé al hospital y les dije que preparasen una sala de quirófano y varias bolsas de sangre 0 negativo. La subí a mi coche con ayuda de un hombre y juntos la llevamos al hospital. Durante el camino las lagrimas corrían por mis mejillas y me preguntaba una y otra vez porqué no había seguido ese impulso de ir tras ella y preguntarle si quería cenar conmigo. Si eso hubiese pasado, quizás la habría retenido y ese coche no habría arrollado su cuerpo. 
Cuando llegamos al hospital había todo un equipo esperándonos, pero ya no tenía pulso, así que aplicamos rápidamente un masaje cardíaco, el cual fue ineficaz. Probamos con el DESA o desfribilador, pero tampoco funcionó. Su cuerpo yacía sin vida en una sala del hospital, mientras mi corazón seguía compungido, y mi mente atormentada por la idea de que ella estaba muerta por mi culpa. Mi dolor es tan amargo e intenso, que ni la muerte me libraría de el. Ojala pudiera ser destruido en cuerpo y alma por esta aberración que he cometido.
Si solo hubiese escuchado a esa voz que me dijo invítala a cenar, si me hubiese olvidado por un momento del ruido del mundo, y hubiese hecho lo que sentí que debía hacer....Si hubiera hecho esto, ahora no tendría con ella una "Cita en la Morgue".